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29 de agosto de 2014

Con el arriba nervioso y el abajo que se mueve

Hoja de Coyuntura, Agosto-Septiembre 2014. 

“Cielito, cielo que no,
cielito, qué le parece,
borrar y empezar de nuevo
y empezar, pese a quien pese.
(...) Cielito, cielo que sí,
cielo lindo, linda nube,
con el arriba que baja
y el abajo que se sube.”



Hace ya varios meses que no dejan de llover noticias de alto impacto. Parece que la tierra que pisamos se mueve. Luego de una década de iniciativa casi monopolizada por el kirchnerismo, hoy es evidente que la iniciativa política está en disputa. La huelga narco policial de diciembre pasado, la lucha contra la condena a cadena perpetua de los petroleros de Santa Cruz, la corrida cambiaria y la devaluación de enero, los arreglos del gobierno con Repsol, el club de París y el Ciadi, la huelga docente bonaerense de marzo, el paro con piquetes del 10 de abril, la resistencia a los despidos ensañados con el activismo en las fábricas, la corte yanqui avalando el fallo de Griesa y los buitres, el regateo kirchnerista… ¿Quién tiene la iniciativa, qué fuerza social, con qué conducción política?

Paso a paso vemos cómo se va reconstituyendo una fuerza social de múltiples fracciones de la burguesía (nacional e internacional), arrastrando tras de sí a sectores que conducen a sectores populares organizados. En el plano de las organizaciones de la sociedad civil esta fuerza, aún con traspiés, no deja de avanzar. Así vemos la articulación creciente de las principales fuerzas burguesas en el Foro de convergencia empresarial (ver http://www.consejo.org.ar/noticias14/foroempresarial_2404.html) consensuando un programa cada vez más claramente ligado al del 2002: devaluación, reinicio del ciclo de endeudamiento y rebaja de los costos laborales, poniendo a tono las políticas públicas en función de la acumulación de capital por esas fracciones dominantes de la burguesía.

Estas medidas, esta “corrección” del modelo neodesarrollista/extractivista actual, es una forma de afrontar sus límites. Es decir un nuevo salto adelante en la asociación de la burguesía argentina con diversas fracciones del capital. Esto se traduce en un empeoramiento de las condiciones de vida para los trabajadores y una creciente sujeción a las reglas de los organismos internacionales dominado por esas fracciones de capital, so pena de que ese capital se vaya a otros países y se incremente drásticamente la desocupación en nuestro país.

¿Qué alternativa maneja el kirchnerismo ante esta nueva ofensiva de la histórica asociación burguesa, dominante en nuestro país en la mayor parte de nuestra historia de 1852 para aquí?
En sus propias palabras, el kirchnerismo insiste en un “capitalismo serio, productivo, nacional”. Y para ello se propone como conducción política de una fuerza social policlasista que reviva la alianza de clases peronista de los trabajadores con sectores de la burguesía menos concentrada y menos competitiva, necesitada del auxilio del Estado, aunque incluyendo también algunos sectores concentrados y del capital internacional.

¿Qué sustento tiene este discurso?

El contexto internacional: el mundo también se mueve.


La crisis iniciada en 2008 persiste. EEUU sigue mostrando datos pobres de crecimiento y solvencia fiscal. Europa y Japón siguen estancados. Los BRICS por su parte desaceleran su crecimiento. América Latina entera confirma esa desaceleración económica, en particular el bloque Mercosur y el Alba  (exceptuando Bolivia).

El trasfondo de una sobreacumulación de capitales a nivel mundial tiñe todo el escenario. Los reajustes en los países del primer mundo al modelo neoliberal han evitado un estallido de la crisis, pero sin salir de la misma (resguardando mientras tanto las ganancias de sectores del capital más concentrado). Pero el capitalismo requiere una permanente acumulación de capitales, no es sustentable solamente con una acumulación por desposesión.

En definitiva sigue pendiente una resolución de esta crisis, resolución que en la actual correlación de fuerzas internacional sólo enfrenta a dos vías capitalistas de resolución de la misma (las cuales en la práctica terminarán complementándose con eje en alguna de esas vías):

a.    la salida tradicional a la crisis se da con una baja de costos de producción, baja facilitada por una nueva revolución tecnológica, que incremente la productividad y la competitividad (eliminando a los capitales menos competitivos). Esta vía requeriría un “service” del modelo neoliberal, con una intervención del Estado que promueva un reajuste mayor del neoliberalismo (mayor emisión de moneda, baja de las tasas de interés, mayores ajustes fiscales y sociales).

b.    la salida “keynesiana” a la crisis, con un creciente peso del consumo “interno” en la acumulación de capital. Los países del BRICS están discutiendo esta vía, intentando fortalecer vías de mercado por fuera del control de los estados primermundistas.Estas dos vías no son indiferentes para los trabajadores de cada región del mundo, pero se dan en un marco de creciente integración de los capitales a nivel mundial, habiendo poderosos intereses comunes para seguir en ese curso, limitándose en principio las luchas entre regiones y entre modelos a una disputa eminentemente interburguesa de creación y apropiación del valor creado por los trabajador@s.

En este marco la estrategia actual del bloque occidental (países de la OTAN más Japón, conducidos por EEUU) busca recrear una división mundial del trabajo donde permanezca en sus manos el comando de la acumulación de capital, que le permita a su vez controlar la industria aún cuando esta se desplace cada vez más al lejano Oriente y la producción de materias primas en Medio Oriente, Latinoamérica y Africa. EEUU, Inglaterra y Alemania estarían intentando encabezar esta reestructuración tecnológica con una informatización generalizada y centrados en áreas estratégicas como la industria militar, la producción de maquinarias y la biotecnología. Esta reestructuración se está dando a costa de producir una creciente desigualdad social interna a su bloque. En el caso de EEUU el aumento de productividad, la baja de sus costos laborales y la baja de sus costos energéticos “gracias” al shale oil, le está permitiendo no sólo reestructurar sectores estratégicos sino también recuperar competitividad en industrias tradicionales.

La estrategia actual de los países del BRICS, por su parte, parece encaminada a disputar el “comando del capital”, el control de las áreas estratégicas de producción y a su vez del intercambio con el Tercer Mundo, para de ese modo sostener la acumulación de capital en sus países en asociación no subordinada al capital occidental. Cabe aquí señalar (más allá de no poder desarrollar en esta breve hojita) que “el comando del capital” refiere a un fenómeno complejo en el que ocupa un lugar cada vez mayor el manejo del conocimiento, de la ciencia y la tecnología.

La estrategia neodesarrollista/extractivista, con eje en el aspecto extractivista (uso no sustentable de la minería, agroganadería, pesca, energía) predomina en toda latinoamérica. Este predominio no quita seguir diferenciando a los países de la proyanqui y netamente extractivista “Alianza por el Pacífico”, de los países de los estancados Mercosur y ALBA. Por un lado el PT (Partido de los Trabajadores) en Brasil, y el kirchnerismo en Argentina siguen buscando (sin mayor éxito) desplegar tanto el neodesarrollismo como el extractivismo. El ALBA por su parte se encuentra a la defensiva. Aún con pocos resultados se resisten a ser encasillados en el extractivismo y el empeoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares.
Estos últimos dos bloques, tienen con China y Rusia intereses contrarios parcialmente al imperialismo occidental. Si bien todas sus economías están fuertemente entrelazadas con el capital occidental, les interesa impedir que este imperialismo controle la producción de materias primas, la industria mundial y el conocimiento, estableciendo en cambio una asociación relativamente más paritaria. Por ahora la creciente relación del Tercer Mundo con Rusia y China siguen formas que podemos llamar subimperialistas, relación que al mismo tiempo permite atenuar el dominio imperialista yanqui.

De allí que la iniciativa política a nivel mundial se limite a una disputa de “los BRICS” con el bloque OTAN.

Es claro entonces que la actual situación defensiva de los trabajadores en nuestro país se refuerza por esta correlación internacional de fuerzas, desfavorable a nuestra clase. De allí que la construcción de la autonomía de clase se centre hoy en una recomposición molecular, teniendo que relacionarse esta fuerza con posicionamientos complejos ante las luchas predominantes, conducidas en todos los casos por fuerzas burguesas de distinta índole, como en la guerra civil ucraniana, el genocidio sobre Gaza, el avance jihadista en Siria e Irak.

Como trabajadorxs organizadxs tenemos como primera tarea el reconocimiento de en qué experiencias está avanzando, aún soterradamente, la independencia de clase, partiendo de la convicción que en todo país existen estas experiencias, si bien siempre en distinto grado y forma.

A su vez, la resolución de estas crisis y reconfiguraciones de fuerzas se darán por mediciones de fuerzas, que llegarán en muchas ocasiones a guerras. La actual tendencia económica y cultural a una pérdida de hegemonía de EEUU, intenta ser detenida por los yanquis mediante guerras y amenazas de guerras, haciendo valer su superioridad militar heredada del momento en que su PBI era casi el 50% del PBI mundial.

De nuevo Argentina

El citado contexto mundial con una creciente disputa inter burguesa (y no contra hegemónica), hace posible que esa disputa se reproduzca dentro de cada país, mediada por las particularidades de los mismos.

El kirchnerismo es parte de esa disputa, pero sin una claridad estratégica de hacia dónde quiere ir, sino más bien guiado por criterios cortoplacistas en función de consolidarse como fuerza política. Se reproduce así en el tiempo un aspecto clave de la situación de partida del kirchnerismo: una fuerza política que llega al gobierno sin lazos orgánicos con las fracciones del capital más concentradas ni con los trabajadores. Once años después el kirchnerismo ha engordado su tropa propia, pero sigue sin mayores lazos con las organizaciones preponderantes de esas clases. Si bien mantiene cierto margen de maniobra ante la no consolidación de una fuerza social hegemónica, ese margen es usado en una forma que puede denominarse como “improvisación estratégica”, es decir en una decisión de mantenerse en el centro del ring, aún sin tener claridad de los siguientes pasos que dará.

De allí que el giro pro mercado de este año se haya suspendido con el juicio favorable a los buitres, juicio que los llevaba a condiciones aún peores de las que habían previsto a inicios de año. A su vez, al comenzar a confrontar con los buitres, el Gobierno vio cómo recuperaba su alicaída imagen ante la opinión pública. Casi sin buscarlo se encontraba con una situación parecida a la del 2009: cuanto más a la izquierda se corre el gobierno, mejor imagen popular tiene.

De esta manera la renegociación a la baja que intentó el kirchnerismo con el sector predominante del capital occidental quedó trunca. El hecho es que el gobierno se ve empujado hacia una opción que había intentado sin mucha convicción y desechado hace un tiempo: la opción de apostar a conformar un espacio relativamente protegido del capital primermundista, sobre la base de acuerdos con los BRICS y con los países del ALBA (opción que se suponía partiría de la –hoy claramente trabada- consolidación de un Mercosur integrado productivamente). En este sentido las firmas de acuerdos con China y Rusia de los últimos meses van en ese camino en el momento que EEUU le da una cachetada al gobierno.

Si bien el gobierno mantiene cierta iniciativa al sostener la negociación con los buitres sin terminar de arrodillarse (como propone la oposición sistémica –FAUNEN, Massa, PRO-) de todas maneras el kirchnerismo se mantiene en un campo indefinido sin construir una fuerza sólida ni a nivel internacional con ningún bloque, ni a nivel interno tampoco.

De allí que esta iniciativa la vemos básicamente como un nuevo coletazo K por izquierda, forzados por ser despreciados por el capital dominante en su “buena conducta”. Es verdad que viene acompañada por otras medidas, como un aggiornamiento de la Ley de abastecimiento que la UIA repudia y por el cual el gobierno vuelve a intentar meter una cuña entre las PyMes y la UIA, así como una complejización de la intervención estatal en los conflictos obreros, como el caso de la “confusa” intervención del Ministerio de Trabajo en Lear y la aplicación de la Ley de Delitos Económicos a Donelley, dejando por el momento su anterior actitud de este año que era puramente represiva.

Reconocernos y confiar en nuestras propias fuerzas. Podemos ponerles un freno por izquierda

Este año no sólo se da el fenómeno del estancamiento con inflación. También es claro el crecimiento de las suspensiones y los despidos. El empresariado ha decidido –junto a la burocracia sindical más recalcitrante- aprovechar para descabezar lo más posible al activismo obrero en las fábricas. Por ahora le está yendo más o menos bien. El gobierno de hecho venía avalando este curso de acción. Pero también debemos señalar que la resistencia popular ha sido notoria en casi todos los casos donde había delegados de base con alguna relación con fuerzas de izquierda.

Estas luchas se dan con el trasfondo de años de acumulación dentro de las fábricas y también en otras organizaciones populares. Si miramos atrás hacia el 2001, vemos que las luchas piqueteras eran más duras, pero también más espontáneas y sin instituciones populares por detrás. Hoy hay corrientes estudiantiles de izquierda mejor establecidas, mayores medios alternativos de comunicación, a la vez que más coordinados entre sí, organizaciones piqueteras más chicas pero con una inserción más sólida y duradera en los territorios, y una mayor organización popular en general, por ejemplo en organizaciones específicas como las de género, ambientalistas, etc.

En este sentido, creemos que el paro del 27 y 28 de agosto es una cita ineludible para que nos expresemos todas las tendencias de lxs trabajadorxs. Los reclamos de quitar el impuesto al salario, aumentar el salario mínimo, acabar con la precarización laboral, reabrir las paritarias, son medidas con las cuales obviamente acordamos. Es indudable que ni la CGT Moyano, ni la de Barrionuevo, ni la CTA Micheli lanzan el paro para pelear en serio por esas reivindicaciones. Pero también es cierto que los reclamos están planteados y que un paro importante ayudará a hacerlo con más claridad, más allá de las intenciones de los citados actores.


La huelga general, la movilización en las calles son fundamentales para que los distintos sectores de la clase obrera empalmemos. Izquierdistas, indiferentes, ocupados, precarizados, en blanco. Es conocida por nuestra historia de clase que en estos momentos se producen aperturas de diálogo entre los compartimientos estancos que por largos periodos somos como clase. Es verdad que las burocracias sindicales impulsan proyectos de nuevas cadenas hoy seguramente llevando agua para molinos Massistas y centroizquierdistas que trabajan para los neoliberales, pero también sabemos que los paros son la oportunidad para seguir avanzando en la unidad de clase, para ganar confianza en las propias fuerzas, para romper los tabicamientos.
Y es igualmente cierto que para llegar con iniciativa autónoma de clase a esas luchas de masas, es indispensable conquistar esa iniciativa en procesos puntuales. Resaltamos la importancia del engarce de la militancia con las tendencias de “buen sentido” (en términos gramscianos) espontáneo de la clase en esas luchas, experiencias abiertas a construir términos de unidad en la lucha con todo tipo de sectores organizados de la clase. Casos así se vienen dando en las luchas de metalúrgicos y mecánicos, en EMFER, en el diario Hoy de La Plata, y es de destacar el resonante triunfo parcial de lxs docentes –y sectores de estudiantes- de la UNT (Universidad de Tucumán) que con tres meses de huelga, marchas de antorchas, tomas duras y la autoorganización rompieron el techo salarial, aún a pesar de que lxs docentes de las universidades más grandes del país no les siguieron el ritmo.

Ahi vamos construyendo en la organización y la acción colectiva un movimiento clasista de base que pueda aportar a la construcción de una alternativa independiente de los trabajador@s y el pueblo pobre del campo y la ciudad.

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